El lugar de la agenda en la actividad periodística diaria (III)

La imposición del periodista al lector

Por Fabián Kovacic
Hexágono 06

El 30 de octubre de 1938, Orson Welles generó el pánico general en Nueva York transmitiendo por la radio de la CBS “La guerra de los mundos”, una versión adaptada de la novela de H.G. Wells. Sesenta años después en 1998, una radio mexicana del estado de Morelos, para conmemorar la transmisión de 1938, hizo una nueva adaptación y esta vez el propio gobierno mexicano salió en busca de los restos de supuestos meteoritos. La influencia de los medios masivos de comunicación demuestra su potencia desde los comienzos del siglo veinte. La palabra de los medios es palabra sagrada. La prensa nos dice que es lo importante en nuestras vidas como ciudadanos.

Para el ciudadano común la agenda es una libreta donde se toma nota de los principales hechos que deben recordarse en la vida cotidiana. Citas, cumpleaños, vencimientos de pagos, eventos y fechas trascendentes en general, llenan las páginas día por día de la agenda individual. ¿Cómo puede el periodista y el medio para el que trabaja componer una agenda pública para buena parte de los ciudadanos?

Habíamos avanzado ya sobre el rol de la agenda para el periodista, y le asignamos una doble faceta: contener los contactos con las personalidades e instituciones activas en la vida social de una comunidad y por otro lado organizar el seguimiento de los hechos de interés para esa comunidad. En esta segunda faceta ya dijimos en la nota anterior que el rol de los periodistas consiste en organizar las noticias en contenido y extensión para sostener el formato diario con que cada medio de comunicación se ofrece a su público. En ese sentido la forma de organizar las noticias y el énfasis puesto en ellas dará un perfil básico de cuales son las noticias que cada medio busca entregar a su público.

Si solamente tomáramos los diarios nacionales argentinos de la década de 1980, tendríamos un target bastante definido de cuales eran los perfiles de público a los que se dirigían. Sin Internet, la actualización de las noticias en tiempo real era todavía ciencia ficción, de modo que con alguna certeza podríamos pensar que el diario La Nación era todavía el representante de los intereses del agro y por ende las noticias tenían una clara orientación de defensa y análisis a favor del campo argentino (1) porque cada día la edición del diario sostenía un corpus ideológico definido, demostrado a partir del seguimiento de las noticias. Pensar que Clarín, era el diario nacido en 1945 al calor de las ideas desarrollistas que trece años más tarde intentaría llevar a la práctica el presidente Arturo Frondizi, identificaba los intereses del medio con los sectores industriales del país. En los años ochenta el diario jugaba con la idea del desarrollo económico a partir de la necesidad de reconstruir el país tras la dictadura militar. Por el contrario, Ámbito Financiero, hijo dilecto del empresario Julio Ramos, nacido en 1981 durante el auge de la ruleta financiera instaurada por el gobierno militar y su ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz, prefería destacar los riesgos de generar temores en el sector financiero que desde el exterior era el que invertiría en el país. El diario Crónica, dedicado a destacar las noticias policiales, mantuvo desde su creación en la década de 1960, el perfil de la noticia popular y amarilla.

Hasta aquí, un breve paneo por el perfil de los diarios, es decir la temática y la información elegida para un público con el que establece un contrato de lectura. Algo así como el lugar desde dónde se para la empresa periodística para lanzarse a conquistar su mercado de lectores, oyentes y telespectadores.
La revolución tecnológica de la década de 1990 hizo que no solamente los diarios tuvieran actualizaciones, sino que las radios, canales de televisión y agencias de noticias, nacionales y extranjeros, pudieran acercar noticias en tiempo real a los ciudadanos a través de Internet. Esto no sólo generó un mayor flujo de información sino una competencia entre los medios que llevó a fragmentar las audiencias en términos reales. Si un presentador de noticiero televisivo sostiene que “estas son las noticias que usted necesita saber”, implica imponer una agenda de temas que excluye tácitamente a los demás mencionados o desarrollados por otros medios periodísticos. La cuestión se complica cuando analizamos los contenidos de los noticieros de la mañana, del mediodía o el de la noche. No solamente pretenden una evolución de la noticia, sino que están dirigiendo la agenda de temas a diferentes públicos incluso en el mismo canal de televisión. Pero más allá de cuestiones ideológicas y del perfil del medio, existe la cuestión de la responsabilidad social en la imposición de la agenda temática ciudadana.

Aquí cuenta no solamente la capacidad del periodista para seleccionar, organizar y desarrollar el contenido de las noticias, con capacidad y profesionalismo. La decisión de imponer una agenda de temas es mayor en estos tiempos de fusiones empresarias donde aparecieron los multimedios con capacidad par crear y recrear la realidad. Un ciudadano que se levanta a la mañana informándose con Radio Mitre, tome el desayuno leyendo el diario Clarín, siga las noticias on line en Clarín.com mientras ve avances en televisión durante la tarde en el canal de cable Todo Noticias y mientras cena en familia ve el noticiero central de Canal 13, al margen de ser un cliente fidelizado a los servicios del multimedia Clarín, será un ciudadano cuya agenda cada día tenga solamente como noticias importantes las que el multimedia decida para él.
La imposición de la agenda periodística por parte de los medios es un hecho de la vida cotidiana. Por eso será importante considerar la posibilidad de ver a los medios y a los periodistas no como simples informadores, transmisores de noticias ascépticas, sino como actores sociales que con su trabajo pueden incidir fuertemente el vida de una personas, de un país.
Sin imaginar una nueva “Guerra de los mundos” sería importante reconocer que ni Orson Welles, ni los multimediales periodistas son inocentes figuras que rellenan nuestra agenda cotidiana.



(1) Ricardo Sidicaro. “Las ideas del diario La Nación 1909-1989” Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1993.

El lugar de la agenda en la actividad periodística diaria (II)

Que significa armar la agenda para el periodista

Por Fabián Kovacic
Hexágono06

¿Todos los días se producen exactamente la misma cantidad de noticias como para que los diarios utilicen cotidianamente la misma cantidad de páginas, los noticieros de televisión dispongan de los mismos minutos de pantalla o las radios emitan el mismo tiempo de boletines? Está claro que no es esa la lógica informativa. La diferencia radica en el criterio de selección de noticias. Ahí empieza a organizarse la agenda periodística, en una de sus acepciones: lo destacable según cada medio. A partir de entonces, la valoración periodística hará una parte del trabajo: seleccionar que información se publicará, con que espacio y en que orden.

La segunda parte, también corre por cuenta del periodista –aunque no siempre del mismo redactor- e incluye seleccionar quienes serán las voces autorizadas para agregar información sobre la noticia, aportar datos de color o simplemente opinar con cierto grado de autoridad.
Así entonces tenemos una nueva definición sobre la mesa de redacción. Toda noticia involucra dos dimensiones de trabajo bien definidas: por un lado los hechos y por otro quienes hablan sobre ellos. Eso es la agenda periodística y a partir de ella el medio habla a sus lectores. El armado de la agenda, admite entonces dos dimensiones. Para entender la idea en Argentina hay un ejemplo casi universal y de manual: la crisis de 2001 que terminó con el gobierno de la Alianza.

Si tomamos en cuenta las tapas y los contenidos de los diarios Clarín, La Nación, Ambito Financiero y Página 12, nos damos cuenta que la misma cantidad de hechos (primer factor de la agenda) fue analizada por diferentes protagonistas según la mirada editorial de cada uno de los medios (segundo factor de la agenda). En los meses previos a la caída del gobierno presidido por Fernando de la Rúa, se produjeron algunos hechos ligados a la economía: la toma de un crédito multinacional en el mes de marzo de 2000, conocido como “blindaje financiero”; el desplazamiento del ministro de Economía, José Luis Machinea y su reemplazo, finalmente, a manos de Domingo Cavallo; el otorgamiento de “superpoderes” al flamante ministro de parte del parlamento nacional en sesiones maratónicas, y finalmente allá por noviembre de 2001, la decisión del Fondo Monetario Internacional (FMI) de reclamar el pago del vencimiento estipulado para esa fecha de una parte de los intereses del deuda externa.
Mientras el estallido político y social se preparaba, Clarín tomaba como fuentes a funcionarios del gobierno, Ambito Financiero, a los economistas responsables de las consultoras privadas ligadas a los bancos extranjeros en el país, La Nación tomaba los informes de consultoras internacionales, especialmente con sede en Washington y Nueva Cork, y Página 12 –lejos del oficialismo- consultaba a los economistas de las universidades públicas enrolados en el denominado Grupo Fénix o Plan Fénix (1). Queda claro que la mirada sobre la evolución de una misma noticia (la crisis que desembocaría en la caída de un gobierno y la muerte de 33 ciudadanos) era muy distinta según el medio y, por supuesto, según el lector de cada uno de sus medios. Es que frente a una misma noticia existen diferentes miradas ligadas directamente a los intereses tanto del medio periodístico como, presumiblemente, del lector. ¿Implica esto la pérdida de imparcialidad en el tratamiento de la información según las fuentes consultadas? La delgada línea que separa al interés sectorial y mezquino, del general y genuino, es siempre delgada, difusa y serpenteante. Sin embargo si tenemos en cuenta que una noticia se construye a partir de una serie de hechos previos –u otras noticias previas- y se continúa en otras sucesos noticiables futuros, es necesario admitir (ver nota anterior) que la construcción de la agenda periodística incluye un contexto de otras noticias que explican la actual.

Un economista y consultor financiero puede explicar puntualmente una medida económica tanto del ministro Machinea como de Cavallo, pero será la agenda de otros contactos quien nos permita construir todas las aristas y miradas incluidas en esa medida puntual: sus consecuencias sociales, sus antecedentes inmediatos, los paralelos con hechos similares en otros países y hasta con la percepción de personas ajenas al tema desde el punto de vista del universo económico o financiero. En definitiva la caída del gobierno de la Alianza no pudo ser vaticinada por ningún periodista. El tema es como organizar la agenda periodística para que el ciudadano pueda tener en su menú informativo la gama más amplia de datos orientadores sobre el rumbo de un hecho que invariablemente va a tocar de un momento u otro a ese lector.

Un riesgo común para el periodista es dar en su agenda de contactos con una fuente que le asegura una “primicia” e intenta venderla a toda costa. La seducción del dato exclusivo y el riesgo de publicarlo como si se tratara de una verdad revelada, es una constante diaria. Allí es dónde aparece el olfato del redactor para contrastar la saga de hechos que viene siguiendo y la veracidad de la información de su fuente.
La agenda de contactos del periodista, por eso, nunca es la mera libreta organizada alfabéticamente. Es el cruce de su experiencia periodística y la capacidad de acceder al lugar de los hechos a través de una fuente calificada. Como sostiene Tomás Eloy Martínez, “hay que evitar el riesgo de servir como vehículo de los intereses de grupos públicos o privados. Un periodista que publica todos los boletines de prensa que le dan, sin verificarlos, debería cambiar de profesión y dedicarse a ser mensajero”. Es que el periodista diariamente armar su propia agenda y la de los lectores.


(1) Archivo consultado a través de las páginas web de los mencionados diarios entre los meses de marzo 2000 y diciembre 2001.
El lugar de la agenda en la actividad periodística diaria (I)

Hechos, contactos y protagonistas

Por Fabián Kovacic
Hexágono 06

“¿De dónde obtienen información los periodistas? ¡De los diarios, hombre! ¿De donde si no?”. La pregunta y la respuesta pertenecen a Gregorio Selser y solía repetirlas a sus alumnos de la Universidad Nacional Autónoma de México cada vez que debía abordar el delicado tema de la agenda en periodismo allá por la década de 1970. Lo decía Selser, quizá uno de los primeros periodistas de investigación argentinos de proyección latinoamericana, y sus palabras tenían una carga fulminante de sentido común para estallar en el corazón de uno de los problemas más delicados de la labor periodística.

Para un periodista de redacción diaria, la agenda tiene un doble sentido: organiza el día de trabajo y propone los contactos que van a permitirle llevar adelante su tarea. En ese sentido el trabajo del periodista no tiene parangón con el de cualquier otro asalariado: el tornero, tiene sus herramientas en el taller o la fábrica que lo contrató; el taxista peón cuenta con el automóvil de su contratante como herramienta; el panadero elabora el pan en el horno de la panadería dónde trabaja y utiliza como materia prima la harina, el agua y la sal proporcionados por su empleador. El periodista advierte la noticia y de inmediato utiliza su agenda de contactos para saber más, profundizar en el tema y elaborar la historia para su divulgación. ¿El diario para el que trabaja o la revista para la que escribe le dan una agenda para investigar? No. El periodista y sus contactos personales siempre logrados a partir del dato que para otros puede ser insignificante. Siempre es bueno tener contactos en los más insólitos espacios dónde puede producirse una noticia. ¿Pero que se entiende por noticia? Sin entrar en definiciones académicas conviene por lo menos arriesgar que se trata de hechos en los que está o puede estar involucrada la sociedad.

En todas las secciones de un diario existen las fuentes oficiales y las alternativas. En Política, existen los funcionarios del gobierno y la oposición, para temas electorales. Pero ¿que pasa cuando Política incluye temas sensibles a la opinión pública y está involucrado el sistema político global? El aumento en la dieta de los legisladores, por ejemplo, es un caso dónde por fuente oficial podría entenderse a oficialistas y opositores. ¿Qué sentido tendría en ese caso una agenda de contactos entre unos y otros? O pongamos el caso de las secciones Deportiva o Espectáculos del diario. ¿El pase de un jugador de fútbol o el estreno de una película en el cine? ¿Cuál es la fuente para decir que sobre ese hecho? Hablar con el jugador involucrado en el pase, su representante o el presidente del club, apenas nos garantiza la gacetilla de prensa para conocer las condiciones en las que la operación se realizó, según esas mismas fuentes. Copiar la gacetilla de prensa de la distribuidora local del filme nos garantiza tener las seis preguntas básicas para transmitir a nuestros lectores. Pero en ese caso ¿estamos informando o transmitiendo algo que nuestra fuente quiere divulgar?

La importancia de la agenda de contactos es evidente a la hora de ejercer un periodismo veraz, sin ataduras y desligado de fuentes interesadas que lo conviertan en un apéndice de sus necesidades comerciales. ¿Qua habría sido de Operación Masacre si su autor, Rodolfo Walsh se hubiera informado apenas con las fuentes oficiales del gobierno militar de 1956 o la policía bonaerense? “Hay un fusilado que vive”, fue la frase susurrada en la oscura mesa de un bar en La Plata la que permitió la primera investigación seria para desnudar a un régimen arbitrario. Más Walsh: ¿Quién se hubiera preocupado en convertir en noticia el leprosario de la Isla Cerrito, en el chaco argentino y ver el país más allá de la Capital?

El sentido de la agenda periodística adquiere entonces una doble dimensión para el periodista: quien habla y sobre que tema. Eduardo Galeano, el periodista y escritor uruguayo, suele repetir que los aspectos centrales de la vida política de un país no están en la sección Política de los diarios sino en Sociedad. “Entendemos que hace el poder cuando vemos como son tratados los pobres y los ricos en las páginas de sociedad de un diario”, argumenta. Tener acceso a los pasillos del poder, los números telefónicos de quienes deciden sobre la vida de otras personas, o quienes influyen en el modelado de la vida social, no garantiza tener una vista completa de todas la aristas de la noticia. A esta altura queda claro que por agenda no debe entenderse exclusivamente una libreta telefónica ordenada alfabéticamente desde la A hasta la Z. Agenda es también el rastreo de hechos vinculados al que se impone desarrollar en la próxima edición del diario, dar con los protagonistas secundarios de la noticia y por supuesto con la fuente oficial.
Retomemos la sentencia de Gregorio Selser: los periodistas obtienen información de los diarios. Para un redactor, el diario equivale al “estado del arte” de las diferentes noticias pobladoras de los medios. De hecho suele ser común ver como diarios, radios, informativos de televisión y páginas web dan categoría de noticias a hechos y protagonistas similares. El espionaje y la tensión por la primicia revelan como se va configurando la agenda de “lo que hay que saber”, según la máxima marketinera de los noticieros televisivos. Y en general, esas noticias cuentan con las mismas fuentes para desarrollarse. Así, la agenda termina involucrando en un mismo sentido, a los hechos y los sujetos habilitados para testimoniar sobre ellos. Ahí radica el riesgo de confundir las varias acepciones del concepto de agenda periodística, porque el primer perjudicado será siempre el ciudadano.

Sobre la ética periodística III

por Viviana Maldonado
La vida es sueño

En su disertación "Los códigos de la utopía" durante la conferencia inaugural del Congreso Nacional de Etica Periodística de 2006 en Buenos Aires, Javier Darío Restrepo, experto en ética periodística y ombudsman del diario "El colombiano", se refirió a la etimología de la palabra utopía, formada por el prefijo"u" (fuera de) y el sustantivo "topós" (lugar). "La ética, amigos, hay que repetirlo,es una utopía" señaló el maestro de la fundación Nuevo Periodismo. El ideal, lo que nunca puede alcanzarse, es la brújula que orienta toda construcción de sentido humana.

La necesidad de forjar una nueva conciencia movió a los profesionales fundadores de Fopea a elaborar el código de ética periodística para sus miembros como resultado de reuniones y congresos varios y por eso Restrepo pensó que "Hacer un código ético es desplegar las velas para que los vientos de lo posible nos arrastren hacia la utopía." Esta reflexión estuvo acompañada de referencias a la realización de esos ideales.
Para indagar acerca del efecto del compromiso individual sobre la sociedad, sirve el ejemplo del príncipe Hamlet, quien percibe el destino injusto de su padre en los conflictos sociales y exclama "Algo está podrido en Dinamarca." Hablar de la conexión entre los desórdenes personales y su repercución social, lleva por un lado a comparar la mirada cosmogónica de la contemporaneidad de Shakespeare y la mirada ecologista actual.
Para el príncipe Hamlet la falta cometida por uno afectaba la integridad de todos. Cuando en la actualidad se habla de ecología remite a los biomas alterados, a los procesos físicos y químicos en los que actúa el hombre al manipular la naturaleza. Pero esa manipulación de los procesos biológicos incluye los procesos intelectuales en los que la razón y la voluntad humanas intervienen. Parece la gente estar dispuesta a defender ballenas, pingüinos y otras especies animales o vegetales en peligro, sin tomar en cuenta que sin las personas la que desaparece de muchas formas, es la humanidad. La falta de conexión con la ecología social ha vuelto al periodismo un proceso indiferente y de objetivos consumistas, y ahoga la necesidad de honestidad del hombre.

La iniciativa de Fopea permite reflexionar sobre la misión del periodista, siempre un comunicador y por esto portador de valores, ideología y conducta. Es verdad que uno sólo no cambiará el mundo. Pero cuando uno sólo olvida la función y responsabilidad de su tarea, seguramente restará dignidad al compromiso con la verdad de los otros.
Volviendo a la literatura, los dramaturgos españoles y griegos de los períodos clásicos conducían al público al reconocimiento del error y a la superación moral. Tenían la convicción de que las historias que contaban debían servir para crear conciencia, para señalar el camino. Es cierto que el perdón no formaba parte del primer ciclo trágico griego, concepto que llegará sólo con el cristianismo, no así con los españoles, que tendían a veces a encontrar el camino del castigo y la reparación posterior.
Los ideales de los trágicos griegos ponían por encima la areté, o virtud y rechazaban toda cuestión de la intimidad en el escenario. Por eso la muerte y el nacimiento no ocurrían en escena. Había una marcada barrera entre lo público y lo privado; entre el bien común y la responsabilidad individual y social. Toda expresión de desmesura era rechazada, considerada como promotora de grandes males. Tan es así, que la Ilíada comienza diciendo "Canta Oh, diosa, la cólera del Pelida Aquileo, cólera que ha provocado funestos males en el Ponto", señalando los peligros del descontrol. Los poetas y dramaturgos griegos clásicos tenían la misión de formar opinión, eran los comunicadores voluntarios de los valores deseables, de la Paideia, que era su corpus ético.
Otra de las conclusiones enfáticas del congreso fue la necesidad de promover la capacitación para los periodistas de todo el país: el punto de vista del observador aumenta con el desarrollo intelectual. Y por supuesto, la carencia intelectual, como nadie puede dar lo que no tiene, multiplicará y compartirá con su lectores tanto su compromiso con la verdad como su ignorancia.
Restrepo alentó a la reflexión sobre los lemas fundacionales de los grandes diarios nacionales, en un intento de promover el rescate de los objetivos primeros con los que se inauguraron las empresas periodísticas que hoy se conservan. Es verdad que mucho se tendrá que ver para dentro, porque ese es el punto de partida. No para avergonzarse de la pobre humanidad, sino para comprometerse con el sueño de la equidad.
Nada puede construirse sin la verdad, y esa es una tarea ardua y premisa básica del periodismo. Puede responderse entonces, que a pesar del deterioro social, el sueño puede hacerse realidad. Y lo que es más importante, puede contagiarse.
No hay que olvidar que la ética es una utopía, al decir de Restrepo, un ideal, y los ideales son como los horizontes: nunca se los alcanza pero sirven para caminar.

Sobre la ética periodística II

por Viviana Maldonado

Dime qué noticias das y te diré a qué sociedad perteneces


Fopea, foro de periodismo argentino, se propuso tomar el timón del deber ser periodístico. La entidad, surgida de una autoconvocatoria realizada por un puñado de periodistas dio forma en 2006 a un documento que se constituye en el código para los miembros de la entidad. Algunas de sus 42 regulaciones servirán para ilustrar la necesidad de replantearse el tratamiento de la noticia y el punto de vista del observador.

El artículo 29 expresa que "es incompatible con la profesión del periodista cualquier tipo de actividad que afecte su independencia y el derecho del público a ser informado con honestidad." ¿No afecta la independencia del periodista pertenecer a una empresa y no poder investigar aquéllo que es de su interés? ¿Cómo desvincularse de la dictadura empresarial? No hay salida: habrá que plantarse sobre las propias convicciones.
"Deben evitarse las generalizaciones que dañen a grupos minoritarios, las demarcaciones sexistas, las observaciones provocativas y los prejuicios de cualquier tipo", expresa el parágrafo 34 del código Fopea. Subrayo demarcaciones sexistas y prejuicios de cualquier tipo y me pregunto ¿cuándo una mujer asesinada no fue primero investigada y cuestionada por su vida sexual?¿Ocurre lo mismo cuando es asesinado un hombre heterosexual? ¿Se presume un "esperado" desenlace cuando un hombre ha tenido una vida donjuanesca? Cito como ejemplo a Nora Dalmasso y María Marta García Belsunce, y el reciente de Rossana Galliano. Ni hablar del valor agregado de que todas pertenecieran o vivieran en un contexto soicoeconómico acomodado. Mucho más culpables todavía.
Ni hablar del eco periodístico que arroja dudas acerca de la salud mental, sobre todo de las mujeres políticas, por ejemplo, Elisa Carrió o la misma Cristina Fernández. Jamás la "locura" masculina es motivo de descrédito (¡y que los hay, los hay!). Cuando una mujer pierde la paciencia y levanta la voz, padece de algún desequilibrio emocional; si el protagonista de la hybris (desmesura) es masculino, no hace más que ejercer la autoridad.
Otro blanco preferido y fácil es el incesante rebusque de "faltas sexuales" cometidas por sacerdotes católicos, es verdad que nada ni nadie debe encubrir ni permitir impunidad a un abusador de niños; pero siempre me ha sorprendido la inexistencia de delitos sexuales en ministros de otras creencias religiosas. Es notorio cómo los demás abusadores no son caracterizados por su fe.
"En toda información debe respetarse el principio constitucional de inocencia de cualquier persona mientras una culpabilidad no hubiera sido probada judicialmente" reza la primera oración del artículo 35. Sin embargo, la construcción maniquea de la noticia precisa rápidamente encontrar al malvado. Sospechoso es igual a culpable aunque la justicia, después, demuestre lo contrario. Y se suman los prejuicios: el hijo de Nora Dalmasso, mostrado en cámara aún siendo menor (artículo 39 del código de Fopea y ley nacional) y responsabilizado implícitamente por su conducta homosexual.
El apartado 16 señala que " No indicar que un suceso noticioso fue descubierto por otro periodista e informar el hecho como si fuera un hallazgo propio es una explotación deshonesta del trabajo ajeno y constituye, por lo tanto, una forma de plagio." ¿Ésto vale también para la utilización de compañeros como informantes privilegiados sin advertirles de esta condición y otras indecencias, como intentos de seducción, para aprobar un trabajo final, ocurridas en espacios de formación de posgrado o de grado para periodistas, en los que la situación de "alumnos" parece otorgar piedra libre, aunque se trate de profesionales en ejercicio?.

"Los periodistas no aplican métodos propios de los servicios de inteligencia para obtener información. El uso de procedimientos no convencionales para lograr datos u obtener testimonios puede ser considerado sólo cuando se viera involucrado un bien o valor público. Nunca debe afectarse con ese fin la intimidad de las personas." Entonces, surge la duda. ¿Desde qué lugar se justifica la investigación realizada por una conocida periodista, defensora de los derechos humanos para descubrir la bisexualidad de un conocido cirujano plástico casado entonces con una famosa vedette?. La pregunta del millón es ¿A quién le sirvió ésto? ¿Cuál habrá sido el beneficio de la periodista? ¿Cómo se contactó con el caso? Nunca lo sabremos.

Éstos exiguos ejemplos bastan de muestra para exhibir los prejuicios y prácticas, no sólo de los periodistas. El discurso hegemónico de la sociedad de la que forman parte juzga con la misma misoginia, homofobia y repite prejuicios sociales e indecencias. Las miopías culturales reflejan una mirada del mundo sectaria. Para caminar en el sentido de los valores esenciales constituídos por el respeto a los principios de la democracia, la honestidad, el pluralismo y la tolerancia, hay que, primero, mirarse al espejo.

Sobre la ética periodística I

  • por Viviana Maldonado
    El huevo y la gallina

    "La ética no se puede inyectar si no forma parte de cada ser humano, de cada periodista. Si éste es un corrupto, por más código de ética que exista, la va a vulnerar." Esto dijo Daniel Muchnik, periodista económico del diario Clarín, miembro de FOPEA en el marco del encuentro del 29 de agosto de 2006 organizado por UCES y FOPEA.

    ¿Se puede encarar la patriada partiendo de esta premisa?

    Empezar por la lingüística suele alumbrar el camino. Ética proviene de un vocablo griego "ethos", que alude a lo que está detrás de la conducta: la noción del bien y del mal. El término latino moral ( de mos, mores: costumbre) es el lado visible de la ética. Se está, entonces, frente a lo manifiesto al hablar de moral, que es el resultado de una mirada del mundo, (la ética), de una cultura, de una noción, de lo que una sociedad recorta como lo bueno y lo malo y vive en su imaginario como lo permitido y lo prohibido.
    Por otra parte, el intento de regular, de dictar leyes y códigos normativos obedece a la necesidad de poner un freno a lo que ocurre pragmáticamente. Por ejemplo: no es necesario regular la libertad de volar con sus propias alas a los humanos, dado que éstos, como indica Perogrullo, carecen de tales adaptaciones propias para desafiar la ley de gravedad, y a Ícaro le fue muy mal con sus adminículos de cera. Dicho de otro modo: no se prohíbe lo que no se hace. Por lo tanto, todas las denuncias, reflexiones y análisis sobre la praxis periodística se sustentan en lo que pasa efectivamente.
    Desde otro lugar, el periodismo como función social ha derivado en una extensión y ambigüedad tan compleja que se hace imprescindible regular el desempeño profesional, formar a quienes ejercen o van a ejercer esta profesión y repensar el lugar de la tarea. El desmadre es tal que hay que revisar los supuestos básicos de la actividad. El problema atraviesa al hombre en su totalidad, en este caso al argentino y a la sociedad (la Argentina) que construye a ese hombre-argentino-periodista. Y no hay que hablar de oficio, porque hoy a las nuevas generaciones no se las puede largar al ruedo sin formación profesional. Ahí se empieza a construir el oficio. Y la confusión es tal que la globalización del consumo barre con las premisas más básicas, y los más jóvenes muchas veces ignoran que no se es periodista para ser o hacerse rico y/o famoso.
    Y si no fuera así ¡cómo es posible que se deba insistir en que el periodista debe comunicar la verdad! ¿No se trataba de lo obvio en la labor de informar? Una vez en un seminario sobre la construcción de la realidad en los medios dictado por el doctor Roberto Aparici, presidente de la UNED*, se le preguntó cuál era el lugar de la verdad. "La verdad", respondió, "es asunto de la filosofía". Por tanto ¿qué realidad construye la agenda periodística? ¿Y la verdad?

    El relativismo vulgarizado, dio por tierra con la noción de la percepción objetiva de la verdad. ¿Qué dijo Einstein en su planteo general de la ley? "Todo es relativo al punto de vista del observador". He aquí la base del conflicto. El lugar desde donde uno se detiene a mirar determina la visión del objeto. Las propias capacidades físicas, psíquicas, sociales y coyunturales, determinarán la "verdad" percibida sobre el asunto. Ésa es la diferencia entre una narración ingenua y una profesional. El recorte realizado por los medios generan una lectura de la realidad en la audiencia. Y aún así, ¿cuál es el contexto ético del periodista? El contexto fáctico personal está determinado por lo menos por un par de variables a tomar en cuenta: la empresa empleadora y sus circunstancias personales. Ya se ha dicho hasta el cliché que no hay libertad de prensa sino de empresa. En cuanto a las necesidades personales ¿es posible pedir heroicidad a un periodista? ¿Debe el hombre-periodista superar éticamente a los hombres-empresarios? ¿De qué sociedad emergen los empresarios y los periodistas corruptos? Y si todo es relativo al punto de vista del observador entonces ¿vale todo?

    En la Argentina hubo un presidente que sin ruborizarse explicó la diferencia entre su campaña y la práctica concreta de su función ejecutiva "Si hubiera dicho lo que iba a hacer, no me hubieran votado" dijo con total impunidad, y la sociedad no sólo no reaccionó frente al cinismo sino que lo volvió a elegir una vez más, y otra, aunque se retirara antes de la segunda vuelta. Otro político dijo que si dejaban de robar por un tiempo se arreglaba el país. Otro dijo "robo para la corona". Y los políticos deciden publicidades oficiales y acuerdan con los empresarios de la información. Hasta ahora nada desconocido.

    Entonces, parece que esta sociedad necesita mirarse sin tapujos. Una sociedad del "como sí" que finge educar y sólo retiene alumnos en la escuela porque es más barata que la cárcel. Un discurso que finge valorar la vida, pero captura audiencia mostrando sin opciones la indignidad del hambre. Un medio social donde se resuelve la pobreza eliminando pobres y se atosiga morbosamente la primera plana mostrando la muerte de vidas violentadas por la miseria. Se sirve el desayuno frío de accidentes truculentos y crímenes escabrosos. Se valora el zafar de cualquier modo por falta de mérito, sin aclarar que no es prueba de inocencia. El público se acostumbró a consumir apariencias, cuerpos rehechos, vidas falsificadas. Se toleran todas las formas de fraude electoral, también las nuevas modalidades englobadas en el neologismo borocotizar.
    Los ideales medievales del Bien, la Verdad y la Belleza, son reemplazados hoy por las nuevas tres b: bueno minúscula y en interés propio, bonito en apariencia, y barato, muy barato. Esta sociedad no puede decirse a sí misma honesta.

    De paso,y volviendo a la lingüística, honesto significa verdadero, la misma raíz tienen honor y honra. Una cuestión interesante, aporta el conflicto literario del Mío Cid, acusado falsamente de quedarse con parte de la recompensa del Rey, por lo cual es deshonrado con el destierro. El honor (valoración propia) es lo que no había perdido el Cid y la honra (imagen pública) es lo que intenta recuperar. Honor y honra corresponden a los aspectos privado y público respectivamente. Explico. Se puede padecer la deshonra (humillación pública, lo que llamaríamos pérdida del "buen nombre") sin perder el honor (no traicionar las convicciones).

    ¿Qué defendería Ud.? No vale mentir, sea honesto (total, nadie lo escucha!).
    *Universidad nacional de educación a Distancia (España)

A la búsqueda de un espacio en internet


Bogotá-Occidente y la Odisea del papel


Por: Carlos Fernando Álvarez C.
Hexágono 06
Bogotá

Sobrevivir como medio de comunicación local o comunitario en tiempos de los oligopolios informativos es una tarea titánica, que involucra muchos niveles y riesgos que afectan la labor periodística de narrar y de escribir o reflejar la historia de la cotidianidad ciudadana en la que vivimos como comunidad y sociedades.

Este es el caso de los llamados periódicos comunitarios, más de 50 que sobreviven en Bogotá, pero que cierran, quiebran, renacen, y muchos no pasan del segundo número. Las causas: los elevados costos de impresión, falta de pauta publicitaria, subjetividad política, inexperiencia administrativa y de ventas, como baja calidad en la producción material y de contenidos.

Ahora, en una reunión adelantada a finales de diciembre de 2007, entre 10 de estas experiencias, las que tienen cierta continuidad, la coyuntura en la que están inmersos es el arribo de las nuevas tecnologías y del internet, como la explosión de los blogspots, como una de las nuevas formas de comunicación.

Los periodistas directores y dueños de los periódicos comunitarios, empíricos, aficionados, o profesionales de larga data en el mundo periodístico, o representantes de sectores comerciales que emiten un periódico, como los zapateros del tradicional barrio de Restrepo, en el sur de Bogotá, con su publicación “El Peletero”, reconocen no saber cómo llamar al internet, a los blogs.
Algunos ven una potencial amenaza a su supervivencia, otros los minimizan, y unos más acertados, como una herramienta que puede ayudar a impulsar sus publicaciones impresas.

Así lo indica Nelson González Díaz, dueño y gerente del periódico Bogotá-Occidente, una publicación quincenal que inicia su cuarto año de labores en forma ininterrumpida. (www.bogotaoccidente.com)

Para González, diseñador profesional de medios, y quien trabajó 17 años en el diario económico colombiano La República, aunque la estructura de costos es diferente, del papel, a la web, le apuesta a mejorar el portal que desde hace un año y medio sirve para irradiar las noticias del impreso.

“La diferencia fundamental está en la pauta publicitaria. Mientras en papel existen unos costos que determina el mercado, y que los grandes medios impresos colombianos, como las agencias de publicidad han fijado, dependiendo de lectores y circulación, en la web todo está por inventarse y se cobra lo que se quiere. Hay portales que cobran 5 millones de pesos el aviso por banner o pantallazo (2500 dólares), mientras que otros llegan a cobrar 250 mil pesos colombianos (125 dólares)”.

Además, González reconoce que su portal no tiene la estructura de uno como tal, y busca adentrarse en este mundo para catapultar al impreso.

“Es cierto que los lenguajes son distintos, en el papel y en la web. En la web hay que escribir corto y más preciso, aunque en el papel hay que llegar a eso. De poder, se pueden publicar ladrillos, pero nadie los lee. Además una visión abigarrada del texto, espanta. Por eso queremos llegar más a los jóvenes, con un proceso de cambio, incluso editorial en el que estamos inmersos para captar más lectores, darle más agilidad y actualidad y crecer. El papel es lo que nos garantiza hoy seguir adelante”, afirma.

Diarios como “Desde Abajo”, ahora señalado por el senador Jairo Clopatofsky, de ser un órgano de la guerrilla colombiana, “Zona Décima”, “Ciudad Abierta”, “El Baluarte”, “Siglo XXI”, “La Bagatela”, entre otros, quieren sobrevivir, era el reto, para sus directores-gerentes-periodistas es cambiar la mentalidad de hacia dónde se encamina la forma de hacer periodismo: el mundo web.


El periodismo es uno sólo; la web es sólo una herramienta, de cuyo manejo acertado o no, depende la supervivencia de estos medios comunitarios, que salvo excepciones, cada día pierden más lectores; algo que hasta los grandes medios gráficos, o impresos en papel incluso hoy están experimentando.

Ejemplo de medio en la web que busca su espacio


Periodismo a bordo de El Buque de Papel


Por: Carlos Fernando Álvarez C.
Hexágono 06
Bogotá

Rescatar lo cotidiano, como susceptible de ser contado, narrado, y convertido en noticia para un público que no quiere seguir leyendo lo mismo de los medios masivos de comunicación en Colombia es el objetivo fundamental de El Buque de Papel, portal virtual que lleva dos años de preparación y seis meses de trabajo ininterrumpido, o “al aire”, si el término radiofónico puede ser utilizado en las vías de la autopista mundial de las telecomunicaciones, o internet.

El nacimiento de El Buque de Papel
surgió como una respuesta al desempleo en el que varios comunicadores y periodistas colombianos, se encontraban a inicios de 2006.

El proceso de monopolización y fusiones de medios de comunicaciones como de compra de emisoras y periódicos en Colombia por parte de multinacionales españolas, como Prisa, y ahora Telmex, comenzó hace una década, cuando internet aún no era lo que es hoy, es decir una promisión de información, de material para publicar o difundir a través de la radio y prensa, aunque con más recelo por la televisión. En 1997, internet era algo accesorio y que empezó como algo de moda y esnobismo, antes de ser el caudal informativo de la actualidad, con los problemas que de ello surgió, como las páginas y comunicados apócrifos en medio de lo conflictos nacionales e internacionales.

Hace una década, existían doce noticieros diferentes de televisión, más de 15 productoras de este servicio, emisoras tradicionales, con espacios periodísticos fuertes y de tiempo, y más de cinco periódicos nacionales. Cuando los dos grandes grupos económicos decidieron presionar para modificar la ley de televisión y permitir la privatización del servicio en Colombia generarían unos procesos de cierre y fusiones, donde el pez grande come al chico, que duran hasta hoy. Un año después de vigencia de la ley de TV de 1996, es decir 1999, sobrevivían 6 noticieros e igual número de productoras. Hoy, casi 10 años después el mercado es manejado por el oligopolio de las dos cadenas poderosas, RCN y CARACOL, cuyos noticieros son los únicos vistos. Dos noticieros más, CM& y Telepaís, malviven cada noche con el rating.

En radio ocurrió lo mismo, y ambas marcas, RCN y CARACOL, ésta última del emporio español Prisa, dueños del diario El País, y la Cadena Ser, son las que mandan la parada, con la aplicación de políticas de mercado laboral y “flexibilización”, así llamadas, y que no son otra cosa que despido de trabajadores con experiencia y más de 10 años de labores y con un sueldo mediano, para contratar practicantes recién egresados de las universidades y con salarios bajísimos, además de ser sujetos de explotación.

Pero además de esta situación laboral particular, los grandes medios acentuaron su práctica de alianza con el poder político y los gobiernos de turno, todo por la pauta, entregando un menú informativo que esconde los males nacionales, que oculta los deslices y corrupciones del mandatario de turno, y que crean una burbuja de consumo, a través de las “noticias del espectáculo”, un verdadero festival de reinas, culos y tetas, deportes y telemensajes dirigidos a la compra de productos establecidos.

¿Y dónde quedaron las historias bien contadas, a través de géneros como la crónica y el reportaje, o tan siquiera una entrevista jugosa? Es en este nicho olvidado, que los periodistas que conforman la propuesta de El Buque de Papel quieren fortalecerse y posicionarse.

Así que todo comenzó oficialmente el 9 de abril de 2007, con una edición especial de lanzamiento recordando los 59 años del asesinato del líder político colombiano Jorge Eliécer Gaitán y las teorías, decenas, acerca de quién lo mandó a matar y por qué motivo, donde la Guerra Fría tuvo mucho que ver en opinión de estudiosos del tema entrevistados para tal efecto.

Luego, en julio, cuando la opinión colombiana se vio sacudida por el asesinato de once de los 12 diputados del Valle del Cauca secuestrados por las FARC en 2002, y las marchas y caminatas de sus familiares a través de toda la nación, fue la coyuntura precisa para narrar y contar un hecho cotidiano, pero doloroso de la realidad nacional, en la primera edición formal de El Buque de Papel.

Además, otro de los objetivos del semanario, cuyos nuevos números aparecen todos los lunes, es el de dar un corte cultural al asunto. Es así como los fallecimientos y homenajes al negro Fontanarrosa, o al escritor colombiano Germán Espinosa, como a Borges poblaron sus bits y pantallazos a lo largo de 2007, entre otros ejemplos.

Hoy seis meses después y más de 500 mil hits registrados, El Buque de Papel recoge en su tarea diaria lo que una investigación hecha por el Instituto de Ciencias y Tecnologías de Colombia, Colciencias elaboró acerca de la sistematización de experiencias educativas, pedagógicas, y por ende, de comunicación.(1)

Afirma el documento que “la sistematización de experiencias, en este caso de historias de vida, de crónicas de ciudad, generan una producción de conocimiento, interpretación crítica, y recuperación, conocimiento e interpretación de la experiencia”.

Reafirma el estudio que hay diferentes tipos de grupos o de personas, como de entidades encargadas de esas sistematización o uso de las nuevas tecnologías, pero que no pueden ser consideradas como similares. “Sin embargo, hay fases o momentos que siempre se realizan; lo que cambia es la intensidad del trabajo y la forma de hacerlo”. En este caso, los periodistas y/o comunicadores tienen una ventaja de estudio y/o de experiencia a la hora de narrar o de contar noticias, primero, o crónicas después, a través de los medios masivos de comunicación.
Así es que esta experiencia que originalmente iba a ser en papel, pero que por los altos costos de producción y la falta de recursos económicos, decidió meterse en el mundo virtual busca su espacio y consolidación a través del que será el medio del futuro inmediato, como es la web.

Una diferencia fundamental es que El Buque es un medio que busca ser medio así cambie de escenario, y no es un blog, de los que tanto se habla y de los que tantos hay sin que lleguen a ser “puro periodismo”; no por cuestiones de “pureza”, que no existen, sino en el otro termino de la palabra: de hacer periodismo por periodismo, sin más pretensiones que las de contar y con estilo, la vida, la cotidianidad, la historia que pasa ante nuestros ojos.

(1) Artículo de Lola Cendales. En Revista Aportes, número 44, 2001. Universidad Nacional Abierta y a Distancia, UNAD. Bogotá-Colombia.

Una mirada al periodismo de hoy

El mundo a lomo de Internet

Por: Carlos Fernando Álvarez C.
Hexágono 06
Bogotá

Ser o estar, innovar o anquilosarse, desarrollar o perecer, son algunos binomios que están de moda con cada adelanto tecnológico, y en especial en el presente e inmediato futuro del periodismo a través de las llamadas “nuevas tecnologías”, como el internet.

En tres entregas, que publicaremos semanalmente en Hexágono 06 vamos a dilucidar el presente de los medios electrónicos, sus desafíos y dos ejemplos de medios que están comenzando, tanto en la web, y en el papel, para buscar su espacio y supervivencia en el monopolizado mundo de los periódicos y empresas periodísticas en Colombia. Una mirada especial al “periodismo en la era de las nuevas tecnologías y la globalización”.

Mucha agua ha corrido debajo del puente desde que el hombre se dio cuenta de que la comunicación ha ido de la mano con el desarrollo mismo de las sociedades humanas desde la antigüedad, un conocimiento que tuvo un impulso fenomenal con las dos revoluciones industriales de los siglos XVIII Y XIX, cuyos inventos en medios de comunicación y aparatos cambiaron y volvieron más pequeño al mundo, estrechando a su vez poderes, y generando guerras, como las dos mundiales del siglo XX.

Para Armand Matellart, en su libro “La Mundialización de las comunicaciones”(1), es el desarrollo de esos inventos y de la tecnología el que va a determinar las potencias que disputaron la hegemonía durante el siglo XIX, como Inglaterra, Alemania, Francia, cuando surgieron métodos, como el telégrafo, o el código Morse. Ya entrado en el siglo XX, el mismo Estados Unidos, alejado de los conflictos europeos se verá involucrado al final de la Primera Guerra Mundial, con la gestación de la radio y posteriormente la televisión, a la par de los europeos, y empezará a perfilarse como el actor de peso que es hoy. En comunicaciones se crearon las Uniones Internacionales de Radiotelegrafía, con el fin de poner “orden”, en la explosión de aquellos inventos, pero no era otra la intención sino la de dominar la escena mundial en cuanto a los mismos.

Y ese desarrollo permite a su vez que las tecnologías surgidas en el siglo XX llegaran a los medios de comunicación, como con el télex, el satélite, el fax, y hoy, el internet. Economía y medios de comunicación comenzaron a ser manejados por los conglomerados en las décadas del 80 y del 90, con el ingreso del llamado “neoliberalismo”.

De acuerdo con Manuel Castells (2), experto internacional en el estudio de las comunicaciones y su relación con el desarrollo económico mundial, la reestructuración de los modos de producción minaron los caracteres típicos del llamado “Estado de Bienestar”, en especial en América Latina, donde el desmonte de esa condición desembocó en estados anémicos, paupérrimos, cada vez más ajenos de sus integrantes, es decir “estados de malestar”, que se hacen a un lado para que el capital privado maneje y provea la mayoría de bienes y servicios.

Para Castells la correlación fue clara: el sector privado se apropió cada vez más del capital, del excedente, en detrimento de la fuerza de trabajo, y eso se irrigó también a las empresas periodísticas, que aplicaron los conceptos neoliberales y por cada vez menos ingresos, explotan a los periodistas, cuyas jornadas laborales se extienden por más de 12 horas diarias, sin el pago de horas extras ni otras condiciones de prestaciones sociales, donde la profesión dejó de ser considerada por el gobierno como de “alto riesgo”.

Así ocurre en el caso colombiano por la sobreoferta de comunicadores y periodistas que egresan cada año de las universidades. El recambio generacional se aplica desde hace 5 años con la siguiente fórmula: a menor experiencia, menor salario, complementada con otra más: a menor salario, mayores despidos de profesionales con salarios medios o altos. Y no preguntemos por la calidad del periodismo que se adelanta con la aplicación de estas fórmulas económicas y laborales transnacionales.

Esta serie de eventos desafortunados se ahondó con la mundialización acelerada de todos los procesos económicos, algo que se llama “globalización”, pero que expertos como Matellart prefieren llamar “internacionalización”. Hoy, grandes conglomerados de medios, como AOL Time Warner, Viacom, entre otros, son los monopolios que dominan el mercado informativo y de medios de comunicación en el planeta, imponiendo sus métodos, culturas trasnacionales, y buscando nuevos medios locales, como en América Latina para absorber o fusionar, comprar y/o cerrar.

¿Futuro?

Así las cosas, con cada vez más pauperización laboral, donde los periodistas prestan servicios externos a los mismos medios donde trabajan y de esa forma se les paga, la calidad del periodismo se ve seriamente amenazada.

Cada vez existe menos relación contractual directa entre los medios y los periodistas, por lo que la frase popular de que “periodista es cualquiera”, léase reina de belleza, modelo o actriz, se cumple a cabalidad, en detrimento de quien ha ejercido el oficio o se ha preparado para esta profesión.

No obstante este panorama “apocalíptico”, como lo indica el periodista argentino Daniel Santácchita, las nuevas tecnologías abren un camino que empieza a ser explorado con temor, por los periodistas sin laburo y que deciden crear un blog o un portal en internet que se comercializa, o con una mirada subestimada, por parte de los grandes medios de comunicación, salvo los que entendieron esta nueva revolución, o revolución tecnológica en la que estamos inmersos desde hace 27 años, con el desarrollo de la computación.

El mismo Santácchita, en una charla con los alumnos de la Maestría de Periodismo de la UBA, en 2007 trató con dureza al internet al indicar que el internet “hoy no cumple ninguna función”, y pone en duda el concepto “democratizador” que se le quiere imponer. “¿Cómo hablar de democratización cuando la brecha en el acceso al mismo aparato, a la misma tecnología es enorme? Pero fue paradójico al reconocer que en un futuro, internet, será una herramienta más para decir cosas”.

¿El futuro es la red de internet, o la adaptación del periodismo a este vehículo tecnológico, como en su momento lo hicieron la prensa gráfica, el cine, la radio y la televisión?
¿El futuro es la explosión de nuevos medios a través de esta tecnología, y que poco a poco, cuando los grandes conglomerados ingresen e impongan sus pautas económicas y publicitarias habrá una mortandad tal de los mismos, como ocurrió con las llamadas punto com., a comienzos del 2000?

¿O el futuro es la creación de nuevos medios como una nueva forma de expresión, libre, si se quiere democrática en el sentido de que cada quien puede decir o pensar lo que se le dé la gana, pero que si se hacen con calidad, el periodismo volverá a sus orígenes de denuncia, de contar historias, de narrar una realidad?

Y así como el desarrollo en determinado momento en nuestra América llegó a lomo de mula, ahora parece, y parafraseando esta sentencia popular histórica “lo hace a lomo de internet”. Amanecerá y veremos.

(1) Mattelart, Armand. “La mundialización de la comunicación”. Ediciones Paidós Ibérica S.A. 1998.

(2) Castells, Manuel. La Era de la Información (La Sociedad Red). Volúmen 1, 1996. Alianza, Editorial.