El lugar de la agenda en la actividad periodística diaria (III)

La imposición del periodista al lector

Por Fabián Kovacic
Hexágono 06

El 30 de octubre de 1938, Orson Welles generó el pánico general en Nueva York transmitiendo por la radio de la CBS “La guerra de los mundos”, una versión adaptada de la novela de H.G. Wells. Sesenta años después en 1998, una radio mexicana del estado de Morelos, para conmemorar la transmisión de 1938, hizo una nueva adaptación y esta vez el propio gobierno mexicano salió en busca de los restos de supuestos meteoritos. La influencia de los medios masivos de comunicación demuestra su potencia desde los comienzos del siglo veinte. La palabra de los medios es palabra sagrada. La prensa nos dice que es lo importante en nuestras vidas como ciudadanos.

Para el ciudadano común la agenda es una libreta donde se toma nota de los principales hechos que deben recordarse en la vida cotidiana. Citas, cumpleaños, vencimientos de pagos, eventos y fechas trascendentes en general, llenan las páginas día por día de la agenda individual. ¿Cómo puede el periodista y el medio para el que trabaja componer una agenda pública para buena parte de los ciudadanos?

Habíamos avanzado ya sobre el rol de la agenda para el periodista, y le asignamos una doble faceta: contener los contactos con las personalidades e instituciones activas en la vida social de una comunidad y por otro lado organizar el seguimiento de los hechos de interés para esa comunidad. En esta segunda faceta ya dijimos en la nota anterior que el rol de los periodistas consiste en organizar las noticias en contenido y extensión para sostener el formato diario con que cada medio de comunicación se ofrece a su público. En ese sentido la forma de organizar las noticias y el énfasis puesto en ellas dará un perfil básico de cuales son las noticias que cada medio busca entregar a su público.

Si solamente tomáramos los diarios nacionales argentinos de la década de 1980, tendríamos un target bastante definido de cuales eran los perfiles de público a los que se dirigían. Sin Internet, la actualización de las noticias en tiempo real era todavía ciencia ficción, de modo que con alguna certeza podríamos pensar que el diario La Nación era todavía el representante de los intereses del agro y por ende las noticias tenían una clara orientación de defensa y análisis a favor del campo argentino (1) porque cada día la edición del diario sostenía un corpus ideológico definido, demostrado a partir del seguimiento de las noticias. Pensar que Clarín, era el diario nacido en 1945 al calor de las ideas desarrollistas que trece años más tarde intentaría llevar a la práctica el presidente Arturo Frondizi, identificaba los intereses del medio con los sectores industriales del país. En los años ochenta el diario jugaba con la idea del desarrollo económico a partir de la necesidad de reconstruir el país tras la dictadura militar. Por el contrario, Ámbito Financiero, hijo dilecto del empresario Julio Ramos, nacido en 1981 durante el auge de la ruleta financiera instaurada por el gobierno militar y su ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz, prefería destacar los riesgos de generar temores en el sector financiero que desde el exterior era el que invertiría en el país. El diario Crónica, dedicado a destacar las noticias policiales, mantuvo desde su creación en la década de 1960, el perfil de la noticia popular y amarilla.

Hasta aquí, un breve paneo por el perfil de los diarios, es decir la temática y la información elegida para un público con el que establece un contrato de lectura. Algo así como el lugar desde dónde se para la empresa periodística para lanzarse a conquistar su mercado de lectores, oyentes y telespectadores.
La revolución tecnológica de la década de 1990 hizo que no solamente los diarios tuvieran actualizaciones, sino que las radios, canales de televisión y agencias de noticias, nacionales y extranjeros, pudieran acercar noticias en tiempo real a los ciudadanos a través de Internet. Esto no sólo generó un mayor flujo de información sino una competencia entre los medios que llevó a fragmentar las audiencias en términos reales. Si un presentador de noticiero televisivo sostiene que “estas son las noticias que usted necesita saber”, implica imponer una agenda de temas que excluye tácitamente a los demás mencionados o desarrollados por otros medios periodísticos. La cuestión se complica cuando analizamos los contenidos de los noticieros de la mañana, del mediodía o el de la noche. No solamente pretenden una evolución de la noticia, sino que están dirigiendo la agenda de temas a diferentes públicos incluso en el mismo canal de televisión. Pero más allá de cuestiones ideológicas y del perfil del medio, existe la cuestión de la responsabilidad social en la imposición de la agenda temática ciudadana.

Aquí cuenta no solamente la capacidad del periodista para seleccionar, organizar y desarrollar el contenido de las noticias, con capacidad y profesionalismo. La decisión de imponer una agenda de temas es mayor en estos tiempos de fusiones empresarias donde aparecieron los multimedios con capacidad par crear y recrear la realidad. Un ciudadano que se levanta a la mañana informándose con Radio Mitre, tome el desayuno leyendo el diario Clarín, siga las noticias on line en Clarín.com mientras ve avances en televisión durante la tarde en el canal de cable Todo Noticias y mientras cena en familia ve el noticiero central de Canal 13, al margen de ser un cliente fidelizado a los servicios del multimedia Clarín, será un ciudadano cuya agenda cada día tenga solamente como noticias importantes las que el multimedia decida para él.
La imposición de la agenda periodística por parte de los medios es un hecho de la vida cotidiana. Por eso será importante considerar la posibilidad de ver a los medios y a los periodistas no como simples informadores, transmisores de noticias ascépticas, sino como actores sociales que con su trabajo pueden incidir fuertemente el vida de una personas, de un país.
Sin imaginar una nueva “Guerra de los mundos” sería importante reconocer que ni Orson Welles, ni los multimediales periodistas son inocentes figuras que rellenan nuestra agenda cotidiana.



(1) Ricardo Sidicaro. “Las ideas del diario La Nación 1909-1989” Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1993.

1 comentario:

P dijo...

La vida es esto. Prestémosle atención a los
detalles. Al calorcito humeante del pis, a sacar la basura, a viajar apretados
en colectivo. Si no disfrutamos eso, ¿qué nos queda?