En medio de la censura




Por Laura Pulido Ortiz
Hexágono 06
Bogotá

La de precariedad laboral, problemas económicos, dictadura militar, barreras tecnológicas, “terrorismo publicitario” asesinato a periodistas, encarcelamiento de directivos y demás presiones ante la libertad de expresión son características que marcan la historia de El Espectador, que existe como semanario en Colombia y es un claro ejemplo de la realidad del periodismo nacional el cual se pierde en las fusiones empresariales, la censura y el conflicto interno sin encontrar un camino que le permita adquirir la credibilidad de antaño.

El Espectador superó (aunque quedaron cicatrices que nunca fueron borradas) a presiones directas del Estado por acallarlo, diversos cierres se encuentran en la cronología del medio. El 8 de agosto de 1983 “cuando acababa de salir el número 282, el gobernador de Antioquia, señor Abraham García, ordenó la suspensión del periódico y redujo a prisión a su director” – Guillermo Cano Isaza en Autobiografía de un periódico –

Fuertes presiones llegaron posteriormente, suspensiones de sus publicaciones por término indefinido hacían que este medio adscrito al partido Liberal colombiano rondara en la inestabilidad financiera, pero manteniendo sus criterios políticos intactos, así lo sostenían sus editoriales:

“Víctima de una de esas epidemias de arbitrariedad que bajo el régimen regenerador diezman con frecuencia suma y no pocas veces destruyen por completo la prensa oposicionista de Colombia, y muy particularmente la liberal, cayó El Espectador”

Los años pasaron y la presión de sus opositores no falto. La dictadura militar arremetió contra el medio con una fuerte multa de 600 mil pesos “por presuntas inexactitudes en las declaraciones de renta, el periódico pagó la multa pero al mismo tiempo quiso explicar a la opinión pública su posición, en un editorial titulado: La Isla del Tesoro, en que mostraba lo que se escondía detrás de esa multa. Cuando los censores oficiales determinaron que el editorial no se publicaría, el periódico notificó que si no se le permitía ejercer su derecho de defensa, dejaría de circular por tiempo indefinido. Y así sucedió.” -Javier Darío Restrepo en El Espectador de Colombia: Agonía de un periódico-


En la década de los ochenta la guerra del narcotráfico también arremetió contra el medio, dejando un saldo de fuertes atentados, quizá el más representativo de estos fue la bomba a las instalaciones de El Espectador que dejo la edificación en ruinas y setenta y tres personas heridas.

La censura no acabó, actualmente el medio dejo la familia fundadora y pasó a manos del grupo económico Santo Domingo, es hoy una publicación digital dejando el ejemplar físico únicamente para el día Domingo. La historia de este medio representa una parte importante de la historia del periodismo colombiano, ver la desaparición de uno de los periódicos más importantes del país es preocupante dado que alternamente impresos más pequeños también se vieron obligados a cerrar y reducir así el abanico mediático nacional.

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